Nos gustó mucho el copeo allí, aunque las copas eran un poco caras, la experiencia fue agradable.
Todavía sueño con el carajillo, ya que estaba muy rico y delicioso.
El café estaba muy bien hecho y se notaba que lo preparaban con cariño.
Es un lugar perfecto para tomarse una copa con un ambiente relajado.
Tenemos experiencias inolvidables tanto de ayer como de hoy en este bar. Entrar en el local es como retrotraerse unas décadas, lo cual se agradece en una ciudad cada vez más volcada al turisteo fácil.